Casa palapa concreta

PUERTO ESCONDIDO, OAXACA, MEXICO 2019.

 

Puerto Escondido es un santuario visitado por surfistas de todas partes del mundo. Los dueños de la Casa Palapa Concreta, la pareja conformada por la artista venezolana Deborah Castillo y el chef Alonso Nuñez, compraron el terreno para construir su segunda residencia en este lugar apartado de la civilización y con vista a unos sembradíos de maní o cacahuates (arachis hypogaea) enfrentados al mar. Se trata de una casa sencilla en la cual se aloja el taller de la artista y en la que pasarán gran parte del  año, principalmente durante la temporada de surf.

En una primera instancia, la pareja define el programa. La casa habrá de tener dos niveles: en el piso de arriba habrá  dos habitaciones y, en la planta baja, el salón, el baño y la cocina. Desde el inicio la casa se plantea abierta y cómoda, tal y como lo requiere el dueño de la vivienda, quien desea oficiar con holgura y placer sus ritos culinarios, sin aislarse del resto de lo que acontece alrededor. Otra de las solicitudes, que proviene directamente de las aspiraciones de los clientes, es que el techo de la casa se construya con la tecnología artesanal utilizada ancestralmente por los habitantes de la zona en la construcción de sus casas –palapas-, una técnica que consiste en la conformación de un tejido con las hojas secas de palmas y soportes de madera de las misma palmas (arecáceas).

La inusual inclinación del techo a dos aguas, con pendientes más abruptas que las usadas tradicionalmente por los constructores de palapas nativos de la zona, permitió proponer respuestas poco usuales. En algunas partes de la casa, a abrupta cubierta de palma, se prolonga hasta tocar el piso, lo cual ha permitido prescindir, en muchos casos, de las tradicionales paredes verticales, gracias al único plano continuo de la gran cubierta vegetal.  

La casa es muy ligera, los únicos elementos con paredes sólidas son el baño y algo de la cocina, los demás ambientes de la planta baja están totalmente abiertos hacia el exterior y gozan del espectáculo que brinda una muy particular escalera, que más allá de resolver el aspecto relacionado con su utilidad –subir y bajar entre los dos niveles de la casa– se convierte en un centro activo. En esta escalera, los habitantes pueden sentarse, cocinar, colocar objetos y usarla como un sitio para mirar el paisaje infinito del océano pacífico del occidente mexicano.

Fragmento del texto escrito por Ana María Marín M. Para la revista Pandora #1

Noviembre, 2019

Arquitectura:

Arq. Ana Lasala

Arq. Isabel Lasala